top of page
  • Grey Instagram Icon
Buscar

La Dicha de Volver

  • Foto del escritor: Andrea Peters
    Andrea Peters
  • 18 jun 2024
  • 5 Min. de lectura

Visitar Ecuador, es alegría. Es una mezcla de recuerdos, nostalgia y la alegría de reencontrarnos con familia, amigos y con nosotros mismos.


Los que decidimos formar nuestras vidas y nuestros hogares en otro país, posiblemente tengan el mismo sentir. Ese sentimiento de alegría empieza desde el momento en que pensamos que podemos viajar, escogiendo la fecha de viaje estratégicamente, calculando y maximizando cuantos días podremos quedarnos, buscando las mejores ofertas en tickets aéreos y contando los días por llegar. Toda esa planificación previa al viaje es una alegría, mariposas en el estómago. Y ¿qué decir del momento en que al aterrizar ves la ciudad y el corazón se inunda de dicha? —una dicha y sentimiento que nadie más que las personas que vivimos fuera lo podemos entender.


“Uno vuelve a su interior, uno vuelval lugar en que nació, uno vuelve a su familia, uno vuelve a su interior” dice Sergio Sacoto en su canción y no hay nada más cierto. ¡Escuchar esa canción en esta etapa de mi vida no puedo dejar de sentirla y pensar cuanta razón!


Para mí regresar a Ecuador de visita es alegría, la gratitud de volver a abrazar a mi familia —a mis abuelos, mis hermanos, mis sobrinos, mis tíos, mis primos, mis amigos. De recorrer con la mirada mientras llego a casa ciertas cosas que siguen intactas: la panadería de atrás de la casa, la farmacia de squina, o la tienda de la señora de los helados de durazno del parque.


Hay muchas cosas y lugares que han cambiado mucho, desde el día en que me fui, ya dieciséis años atrás. La ciudad donde crecí ha mejorado mucho en apariencia y espero en infraestructura de los servicios públicos también. A mi parecer se ha estancado en los últimos años, pero al menos se mantiene con los grandes cambios que administraciones pasadas hicieron por la ciudad. Machala, la ciudad donde estudié el colegio y donde la mayoría de mis amigos están, es otra en comparación a cuando me fui. Cada año que regreso veo más progreso. Es más, en esta visita hubo calles que no reconocía y por momentos no sabía en dónde estaba —hasta cuando mi hermana me decía “esto es lo que antes era tal cosa” y yo respondía “en serio, ¡qué cambiado está!!!”.


 

Lo que más disfruto de regresar es la casa de mis abuelos, las mismas atenciones de mi Abuelita de toda una vida, el mismo sabor a café, el mismo pan del chino, el mismo queso fresco, el mismo sabor de un jugo fresco de naranja. Y que decir de comer en casa un domingo un seco de chivo de Saavedra o una noche cualquiera los chuzos de Pito. Subir y bajar del departamento de mi hermana al de mis abuelos. Las visitas de mis amigos a casa para darme un abrazo, conversar como si el tiempo no ha pasado, actualizarnos del presente y reírnos a carcajadas recordando algunas cosas del pasado. Las idas a Machala para reunirme con más amigos. Las salidas a comer y tachar en mi lista todas las comidas que quiero comer o lugares que quiero ir.  Y siempre una que otra fiesta o evento que haya. ¡Por cierto! ¡Esto es muy grande al momento de planear los viajes! Buscar la fecha de viaje para alguna ocasión especial, o con la mayor probabilidad de eventos y fiestas para poder disfrutar de la bailada y respectiva farra en familia o amigos. 😊

 

En medio de esta alegría, no puedo dejar de mencionar el pesar que sentí en este viaje por la inseguridad que se vive en el país, el miedo de salir a ciertos lugares, y sentir que algo pueda pasar en cualquier momento. El miedo de sentir que puedes ser el daño colateral de algún asalto o robo. El caminar en estado alerta por lugares que antes representaban seguridad. El evitar salir o reunirte en lugares públicos por miedo a que algo pueda pasar. ¡Pero! Como le decía a mi abuelita, no podemos vivir con miedo. Debemos tener mucho cuidado, sí, pero no dejar de vivir. Creo que me tomé muy a pecho mi frase porque, aunque no lo crean en uno de los conciertos de las fiestas de Machala-- el de los Ecuatorianos, me atreví a ir a la sección del pueblo. Modo alerta todo el tiempo, pero con la bendición del Señor todo estuvo bien. Aunque, no lo volvería a hacer.

 

Ecuador…The Body Keeps the Score


Visitar Ecuador es una vista al pasado, el vivir del presente y el pensar en lo incierto del futuro.


Si bien es cierto regresar a Ecuador es una fiesta para mi corazón, también representa nostalgia. La nostalgia de recordar momentos felices que viví aquí y también nostalgia al recordar momentos que inevitablemente lugares o situaciones desencadenan recuerdos que me transportan a momentos del pasado que es mejor a veces no recordar.


Si bien es cierto, viví muchas alegrías en mis primeros 23 años de vida en mi país, también viví muchos momentos de tristeza, desilusión y soledad —especialmente los años que viví en Guayaquil. Cuando ciertos desencadenantes o “triggers” como se los llama, se detonan en el cerebro y el sistema nervioso, el cuerpo siente exactamente lo que sentía en el pasado en el mismo momento. Es por eso el título del conocido libro “The body keeps the score”, “El cuerpo lleva la cuenta”. Mayormente, se siente ese recuerdo sintiendo un vacío en el estómago, especialmente cuando son recuerdos internalizados o no sanados aún. Son esos los momentos que desencadenan tristeza y me hacen querer regresar a casa, a Michigan. Y soy honesta, muchas veces me hacen sentir que no quiero estar en mi país. Pero con la madurez de los años uno aprende o trata de ver cada situación como un aprendizaje. Con autorregulación y aceptación, la emoción pasa y el sentimiento de nostalgia disminuye y puedo disfrutar de mi país.

 

Decir Adiós

Y bueno, que decir del momento de partir.  Ser de un país y vivir en otro es vivir en un dualismo. Laalegría de los momentos vividos, la alegría de tener más recuerdos bonitos, la alegría de regresar a casa a ver mis hijos, la alegría de tener la bendición y fortuna de ver a mi familia y amigos bien. Es una dicha y alegría cuando nos actualizamos y ver como todos estamos en diferentes caminos y a pesar de cualquier dificultad (que todos la tenemos) estamos bien. En este viaje ha sido una bendición el tiempo compartido con todos—especialmente las risas y payasadas. Y bueno la nostalgia de decir adiós a todos, de no saber cuándo será ese próximo viaje de regreso y ese próximo abrazo. Con los anos el sentimiento es más fuerte.

Ecuador, amor, alegría, dicha y fiesta. Nostalgia e inseguridad. La alegría de un presente, la nostalgia del recuerdo de lo que fui, de lo que fue o pudo ser, y la esperanza en un futuro que no sabemos cuál será. Gratitud por los momentos vividos y por todo el cariño que cada vez que regreso me dan.


A todos los que me dedicaron su tiempo, su amor y un espacio para mí en sus día: Gracias por iluminar con alegría y atenciones mis días en Ecuador (ustedes saben quiénes son).

 

Los quiero!

-Andrea






Comentarios


Registrate! No te pierdas de mis escritos y tips de self-care. 

Gracias por suscribirte

  • Grey Instagram Icon

© 2025 Hello Self-Care. Andrea Peters

bottom of page